sábado, 12 de noviembre de 2011

Enseñanzas de Cristo (Parte 3)

EL REGRESO DE LOS PERDIDOS

La Oveja Perdida
"Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.  Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.  ¿Qué os parece? Si un hombre tiene 100 ovejas, y se descarría uno de ellas, ¿no deja las 99 y va por los montes a buscar la que se había descarriado?  Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las 99 que no se descarriaron.  Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños".  Mateo 18.10-14

Para Reflexionar:
  • Jesús es el Buen Pastor (Salmo 23)
  • Sus ovejas, sus seguidores fieles que creen en él.
  • La oveja perdida, aquél que ha descreído en él, y seguido sus propios caminos.
  • Su rebaño, su iglesia.
  • ¡Qué felicidad hay en el cielo cuando Cristo nos encuentra nuevamente!
  • La voluntad de Dios es que no nos perdamos del camino de la verdad, que no perdamos de vista a nuestro buen pastor, que lleguemos todos al fin del camino con Cristo, nuestro Salvador.

La Moneda Perdida
"¿O qué mujer que tiene 10 dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?  Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo:  Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.  Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente".

Para Reflexionar:
  • Cada uno de nosotros tenemos un gran valor para nuestro Creador.
  • Cuando nos encuentra nuevamente hay alegría en el cielo.
  • Perdernos implica renegar de Dios una vez que lo hemos conocido.
  • Volver es sentirnos arrepentidos por todo lo que hemos hecho alejados de Dios.


El Hijo Pródigo
"Un hombre tenía dos hijos;  y el menor de ellos dijo a su padre:  Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.  No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.  Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.  Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.  Y volviendo en sí, dijo:  ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:  Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.  Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.  Y levantándose, vino a su padre.  Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello, y le besó.  Y el hijo le dijo:  Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.  Pero el padre dijo a sus siervos:  Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.  Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado.  Y comenzaron a regocijarse.
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.  El le dijo:  Tu hermano ha venido, y tu padre ha hecho matar al becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
Entonces se enojó, y no quería entrar.  Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.  Mas él, respondiendo, dijo al padre:  He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.  Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
El entonces le dijo:  Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.  Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado".  Lucas 15.11-32



Para Reflexionar:
  • Tenemos una vida libre para elegir lo que querramos.
  • Dios, nuestro creador nos da la parte que le pidamos, aunque reneguemos de él.
  • Dios está esperándo todos los días a que volvamos a él.
  • Nosotros aprovechamos sus bendiciones para vivir los placeres de este mundo, riquezas, fiestas, diversión, y placeres de diversos tipos.
  • Pero cuando nuestra vida tiene una crisis, una pérdida de bienes, una pérdida familiar, nos damos cuenta los pasajeros que son los placeres mundanos.
  • Recordamos lo bien que Dios nos tenía, cuidaba, protegía, mantenía y queremos volver a estar con él.
  • Pero nuestra soberbia, orgullo, necedad no impide volver como éramos; y es tanta la necesidad de él, que volvemos arrepentidos por haber echado todo a perder.
  • Volvemos, y nuestro Padre, Dios está feliz esperándonos, con la alegría de poder tenernos nuevamente con él.
  • Muchas veces, quienes están con el Padre, reniegan porque Dios acepta a sus hijos que vuelven.
  • ¡Qué buena esperanza que tenemos, que Dios nuestro Padre está siempre dispuesto, y feliz de recibirnos cuando nos apartamos de él! 

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